lunes, 26 de octubre de 2009

Las bondades del chocolate

Hola.

Hace unas semanas llegaron a mi casa no una, ni dos, sino tres pastillas de chocolate puro Valor en malas condiciones. Viendo que esto amenazaba los pilares más básicos de mi forma de vida informé raudo a la empresa chocolate Valor. Ellos se mostraron muy receptivos y preocupados por lo que les contaban. Me pidieron una descripción detallada del problema y se la proporcioné. Me dijeron que el aspecto que les acababa de describir con precisión quirúrgica parecía ser fruto de un error de almacenaje y de un cambio brusco de temperatura consecuente a éste. Para asegurar que el problema no venía de ellos, me solicitaron que les enviara las pastillas defectuosas a cobros debidos. Al hacerlo, pudieron comprobar que los lotes correspondientes estaban en perfectas condiciones y que efectivamente el problema obedecía a un cambio de temperatura.

Por todas mis "molestias" dijeron que me enviarían 3 pastillas de chocolate puro Valor y un pequeño obsequio que esperaban "fuera de mi agrado". Esto sucedió el viernes. A día de hoy aún no me había llegado y yo ya empezaba a perder la esperanza. ¿Qué cartero se resistiría a estraviar tan seductor envío? Pero hoy, a las 11:00 aproximadamente, llamaron a mi phonoportal. Cuando iba por el pasillo, camino de la puerta, un delicioso aroma a chocolate me golpeó embriagadoramente y en ese instante tuve la certeza de que quien estaba llamando iba a traerme mi ansiado paquete. Efectivamente. No pude esconder la sonrisa mientras firmaba al muchacho que me lo entregaba. Éste también sonreía generosamente, como el que sabe que está repartiendo felicidad. Después de forcejear con el bulto lo conseguí abrir. En él iban las tres pastillas, una caja de choco-perlas y una carta. En la carta había un folio y un pequeño cartón. En el folio me explicaban que como recompensa por mi esfuerzo me enviaban una invitación (el cartón) para la chocolatería Valor de la plaza de la catedral.

La lección que inmediatamente se parece obtener es que debemos quejarnos por todo y que alguna vez nos recompensarán. Es posible, pero no es con la que me gustaría quedarme. Mis sentimientos iniciales al comenzar todo este proceso fueron nobles: yo estaba preocupado por ese gran producto y quería advertirles de su problema para su bien y para el mío. Pienso que esta historia nos debe encamiar a actuar bien, sin esperar nada a cambio, pensando que, como reza el viejo adagio (me encanta decir eso), "la recompensa de una buena acción está en haberla hecho". Para tener esto siempre presente he colgado la carta en un corcho que tengo en la pared de mi habitación, donde puedo verla al despertarme.

Sed buenos (y si luego os dan chocolate, mejor :) ).


(Porcentaje de realidad 92%.)

sábado, 17 de octubre de 2009

Idiotas fabrican idiotas

Siempre he tenido la idea de que cuanto más se le exige a una persona más se puede sacar de ella. Quien se esfuerza más, en igualdad de condiciones, consigue más. Eso es así. Sin embargo, por lo que veo ahora que estoy estudiando muchas estupideces de didáctica y pedagogía enfocadas a las matemáticas, la corriente imperante consiste en dárselo todo "masticado" a los chicos. Básicamente, tratarlos como auténticos idiotas. Bajo el lema de "que ellos vayan deduciendo", pretenden que los profesores les den una serie de actividades por las que "ellos vayan deduciendo" qué está pasando y cómo funcionan las cosas. La cuestión es que de hacerlo así, un curso acabaría y los chicos habrían aprendido un 20% de un temario estándar. Pero se piensa que es la única forma correcta en la que pueden aprender. Una explicación ya no es suficiente. Quizás por esto mismo cada vez se enseña menos en los institutos. Mucho de lo que yo he dado en 1º de carrera, antes se daba en bachiller. Como consecuencia ahora en la carrera se da menos temario. Si los planes de estudios se siguen modificando según las ideas de los pedagogos y no de los doctos en cada materia, cada vez se dará menos materia y de forma más estúpida. Pronto, no habrá tiempo de aprender a integrar en bachiller y tendrá que hacerse en las carreras. Finalmente muchos de los contenidos que hoy aún se dan serán suprimidos, relegando la investigación a un lugar aún más marginal de en el que ya se encuentra.
Ojalá alguien arrancara de raíz esta hiedra venenosa que para mí son la didáctica y la pedagogía y que emponzoña todo lo que toca.

miércoles, 14 de octubre de 2009

No somos únicos

La otra noche soñé con la Amenaza Z. Efectivamente, soñé que éramos invadidos por los zombis. Recuerdo haber visto en las noticias que habían detectado un brote importante en Alicante y que se estaba desplazando hacia el sur. Yo me asusté y comencé a avisar a todo el mundo, pero nadie me hacía caso. No recuerdo muy bien cómo pero pronto tenía en una mano un revólver y en otra una pistola (ahí reconozco al Samuel consciente que no se decide entre la una y la otra). Al poco tiempo me asomaba a la ventana del salón de mi casa y veía dos zombis muertos colgados donde debería haber macetas. Advertí a todos los que pude sobre que aquello era algo serio, pero seguían sentados sin hacerme mucho caso. En algún momento, un zombi que no sé de donde salió, mordió a mi madre en una mano y luego se esfumó. Recuerdo que en el sueño yo estaba preparado para hacer lo correcto, pero mi madre no se llegó a transformar.

Hoy mi consulta idiota del día ha sido buscar en google "significado de soñar con zombis". Cuán grande ha sido mi sorpresa al ver que había muchas referencias. De hecho, en yahoo respuestas (la estupidez más grande que se te ocurra probablemente ya haya sido tratada ahí) daban una explicación:

"(...) se revela ansiedad frente al medio en el que vives. Lo que tu sueño me dice es que no te sientes a gusto en el medio social donde te desarrollas actualmente, te cuesta trabajo sobresalir, pero lo logras como un "sobreviviente", tu vida es una batalla (...)

Mi sugerencia es que busques mejores opciones de vida: ya sea que cambies el entorno de amistades, que si estudias, cambies de carrera o si trabajas, busques otro lugar (...)".

Obviamente, no voy a cambiar de entorno por soñar con zombis. Ya tengo pensadas estrategias para defenderme en mi entorno de una amenaza zombi y contenerla si contara con unos cuantos hombres bien preparados. Estoy como para empezar de cero con un entorno nuevo. Por el mismo motivo no voy cambiar de amigos; a la mayoría de mis amigos ya los tengo instruidos sobre qué deben hacer (y qué no) en caso de ataque zombi.

Espero soñar nuevamente con esto, a ver si puedo poner en práctica algo de lo que tengo planeado.

Buenas noches.

Hormigas (1)

Creo que la primera vez que las hormigas me llamaron la atención fue en el patio de la guardería. Recuerdo que había compañeros que se las comían. Ese recuerdo me ha ido dando más asco con el paso de los años. En aquella época no me parecía tan extraño: era un hábito de alguna gente, mío no, pero estaba ahí y yo lo respetaba.

La siguiente vez que me recuerdo pensando en las hormigas fue en mi patio de luces. Había salido a colgar algo cuando vi una cucaracha patas arriba a la que acudían hormigas. Las hormigas eran muy pequeñas y de un color entre marrón y rojo. Siempre las he llamado "hormigas mantecosas", ignoro si es su verdadero nombre o si les gusta. La cuestión es que quise contemplar la escena más de cerca y fui a por una lupa. Al sacarla, el sol del verano incidió en ella saliendo por el otro lado concentrado en un rayo. Me acordé de Bart quemando sus soldados de plástico con una lupa y el sol. Siempre me pareció una exageración, así que enfoqué el rayo a mi mano a ver si realmente estaba caliente. En el microsegundo que tardé en apartar la mano vi las estrellas y sentí una de ellas. Quemaba horrores. Cogí una hoja seca que encontré en el suelo y la puse en la trayectoria del rayo. Transcurridos un par de segundos, comenzó a humear. Intenté volver a centrarme en la escena que tenía debajo de mí, pero el sol no me dejó: al enfocar la lupa sobre la cucaracha, el odioso bicho comenzó a agitarse y a soltar humo. Pero se ve que en seguida se acostumbró, porque pasados un par de segundos se quedó totalmente inmovil. Luego intenté ver de cerca a las hormigas con la lupa, pero morían ipso facto si el rayo se posaba sobre ellas. Cuando años más tarde vi Akira, pensé que Katsuhiro Otomo debió ser un niño bastante sádico.

El descubrimiento de este arma mortífera eclipsó el interés que podrían haberme suscitado las hormigas en ese momento.

lunes, 12 de octubre de 2009

Martes y 13 y sereno


¡Y hoy es martes, gran Dios!... ¡Martes y trece!

¿Por qué el terror invade el alma mía?

¿Por qué me inspira un miedo extraordinario

esa cifra, ¡ay de mí!, del calendario?

¡Ah no, cifra fatal!... No humillaréis

el valor de Don Mendo; no podréis;

todos iguales para mí seréis...

¡Trece, catorce, quince y dieciséis!


La Venganza de Don Mendo

(Pedro Muñoz Seca)

Mi visión de la religión

JUAN: Tengo un elefante verde de 6 patas.
PEDRO: ¿Sí?
JUAN: Sí, mira. (Juan entrega a Pedro un panfleto).
PEDRO: (lee) “Juan tiene un arenque rojo de 7 colas”. ¡Ey, aquí no dice nada de un elefante!
JUAN: No puedes ser tan literal, es una metáfora.
PEDRO: Ah… ¿me lo enseñas?
JUAN: No se puede ver. De hecho, no se puede percibir por los sentidos ni por medio de ningún experimento real o imaginario.
PEDRO: ¿Entonces cómo sabes que existe?
JUAN: ¿Es que no te he mostrado el panfleto?
PEDRO: ¿Y cómo sabes que eso no lo escribió cualquier perturbado?
JUAN: Simplemente lo sé.
PEDRO: ¡A mí me vale!
JUAN: Pues venga, adorémoslo.